domingo, 8 de enero de 2012
jueves, 5 de enero de 2012
lunes, 2 de enero de 2012
A VER SI HABLAMOS ESPAÑOL.....
Desde que las insignias se llaman pins, las
comidas frías lunchs, y los repartos de cine castings, este país no es
el mismo, ahora es mucho, muchísimo más moderno.
Antaño los niños leían tebeos en vez de comics, los estudiantes
pegaban posters creyendo que eran carteles, los empresarios hacían
negocios en vez de business, y los obreros, tan ordinarios ellos,
sacaban la fiambrera al mediodía en vez del Tupperware.
Yo, en el colegio, hice aerobic muchas veces, pero, tonta de mí creía
que hacía gimnasia. Nadie es realmente moderno si no dice cada día
cien palabras en inglés. Las cosas, en otro idioma, nos suenan mucho
mejor. Evidentemente, no es lo mismo decir bacon que panceta, aunque
tengan la misma grasa, ni vestíbulo que hall, ni inconveniente que
handicap...
Desde ese punto de vista, los españoles somos modernísimos. Ya no
decimos bizcocho, sino plum-cake, ni tenemos sentimientos, sino
feelings. Sacamos tickets, compramos compacts, comemos sandwiches,
vamos al pub, practicamos el rappel y el raffting, en lugar de
acampar hacemos camping y, cuando vienen los fríos, nos limpiamos los
mocos con Kleenex. Esos cambios de lenguaje han influido en nuestras
costumbres y han mejorado mucho nuestro aspecto. Las mujeres no usan
medias, sino panties y los hombres no utilizan calzoncillos, sino
slips, y después de afeitarse se echan after shave, que deja la cara
mucho más fresca que el tónico. El español moderno ya no corre, porque
correr es de cobardes, pero hace footing; no estudia, pero hace
masters y nunca consigue aparcar pero siempre encuentra un parking.
El mercado ahora es el marketing; el autoservicio, el self-service;
el escalafón, el ranking y el representante, el manager. Los
importantes son vips, los auriculares walkman, los puestos de venta
stands, los ejecutivos yuppies; las niñeras baby-sitters, y hasta
nannies, cuando el hablante moderno es, además, un pijo irredento. En
la oficina, el jefe esta siempre en meetings o brain storms, casi
siempre con la public-relations, mientras la asistant envía mailings
y organiza trainings; luego se irá al gimnasio a hacer gim-jazz, y se
encontrará con todas las de la jet, que vienen de hacerse liftings, y
con alguna top-model amante del yogurth light y el body-fitness. El
arcaico aperitivo ha dado paso a los cocktails, donde se jartan a
bitter y a roast-beef que, aunque parezca lo mismo, engorda mucho
menos quela carne. Ustedes , sin ir más lejos trabajan en un
magazine, no en un programa. En la tele, cuando el presentador dice
varias vecesla palabra OK y baila como un trompo por el escenario,
la cosa se llama show, bien distinto, como saben ustedes, del
anticuado espectáculo; si el show es heavy es que contiene carnaza y
si es reality parece el difunto diario El Caso, pero en moderno.
Entre medias, por supuesto, ya no ponen anuncios, sino spots que,
aparte de ser mejores, te permiten hacer zapping. Estas cosas
enriquecen mucho. Para ser ricos del todo, y quitarnos el complejo
tercermundista que tuvimos en otros tiempos, sólo nos queda decir con
acento americano la única palabra que el español ha exportado al
mundo:
la palabra SIESTA.
comidas frías lunchs, y los repartos de cine castings, este país no es
el mismo, ahora es mucho, muchísimo más moderno.
Antaño los niños leían tebeos en vez de comics, los estudiantes
pegaban posters creyendo que eran carteles, los empresarios hacían
negocios en vez de business, y los obreros, tan ordinarios ellos,
sacaban la fiambrera al mediodía en vez del Tupperware.
Yo, en el colegio, hice aerobic muchas veces, pero, tonta de mí creía
que hacía gimnasia. Nadie es realmente moderno si no dice cada día
cien palabras en inglés. Las cosas, en otro idioma, nos suenan mucho
mejor. Evidentemente, no es lo mismo decir bacon que panceta, aunque
tengan la misma grasa, ni vestíbulo que hall, ni inconveniente que
handicap...
Desde ese punto de vista, los españoles somos modernísimos. Ya no
decimos bizcocho, sino plum-cake, ni tenemos sentimientos, sino
feelings. Sacamos tickets, compramos compacts, comemos sandwiches,
vamos al pub, practicamos el rappel y el raffting, en lugar de
acampar hacemos camping y, cuando vienen los fríos, nos limpiamos los
mocos con Kleenex. Esos cambios de lenguaje han influido en nuestras
costumbres y han mejorado mucho nuestro aspecto. Las mujeres no usan
medias, sino panties y los hombres no utilizan calzoncillos, sino
slips, y después de afeitarse se echan after shave, que deja la cara
mucho más fresca que el tónico. El español moderno ya no corre, porque
correr es de cobardes, pero hace footing; no estudia, pero hace
masters y nunca consigue aparcar pero siempre encuentra un parking.
El mercado ahora es el marketing; el autoservicio, el self-service;
el escalafón, el ranking y el representante, el manager. Los
importantes son vips, los auriculares walkman, los puestos de venta
stands, los ejecutivos yuppies; las niñeras baby-sitters, y hasta
nannies, cuando el hablante moderno es, además, un pijo irredento. En
la oficina, el jefe esta siempre en meetings o brain storms, casi
siempre con la public-relations, mientras la asistant envía mailings
y organiza trainings; luego se irá al gimnasio a hacer gim-jazz, y se
encontrará con todas las de la jet, que vienen de hacerse liftings, y
con alguna top-model amante del yogurth light y el body-fitness. El
arcaico aperitivo ha dado paso a los cocktails, donde se jartan a
bitter y a roast-beef que, aunque parezca lo mismo, engorda mucho
menos que
magazine, no en un programa. En la tele, cuando el presentador dice
varias veces
la cosa se llama show, bien distinto, como saben ustedes, del
anticuado espectáculo; si el show es heavy es que contiene carnaza y
si es reality parece el difunto diario El Caso, pero en moderno.
Entre medias, por supuesto, ya no ponen anuncios, sino spots que,
aparte de ser mejores, te permiten hacer zapping. Estas cosas
enriquecen mucho. Para ser ricos del todo, y quitarnos el complejo
tercermundista que tuvimos en otros tiempos, sólo nos queda decir con
acento americano la única palabra que el español ha exportado al
mundo:
domingo, 1 de enero de 2012
Elogio de la lengua castellana (Juana de Ibarbourou)
¡Oh, lengua de los cantares!
¡Oh, lengua del romancero!
Te habló Teresa la mística.
Te habló el hombre que yo quiero.
En ti he arrullado a mi hijo
E hice mis cartas de novia.
Y en ti canta el pueblo mío
El amor, la fé, el hastío
El desengaño que agobia.
La lengua en que reza mi madre
Y en la que dije: ¡Te quiero!
Una noche americana
Millonaria de luceros.
La más rica, la más bella
La altanera, la bizarra,
La que acompaña mejor
Las quejas de la guitarra.
¡La que amó el manco glorioso
Y amó Mariano de Larra!
Lengua castellana mía,
Lengua de miel en el canto,
De viento recio en la ofensa,
De brisa suave en el llanto.
La de los gritos de guerra
Más osados y más grandes.
¡La que es cantar en España
Y vidalita en los Andes!
¡Lengua de toda mi raza,
Habla de plata y cristal,
Ardiente como una llama,
Viva cual un manantial!
¡Oh, lengua del romancero!
Te habló Teresa la mística.
Te habló el hombre que yo quiero.
En ti he arrullado a mi hijo
E hice mis cartas de novia.
Y en ti canta el pueblo mío
El amor, la fé, el hastío
El desengaño que agobia.
La lengua en que reza mi madre
Y en la que dije: ¡Te quiero!
Una noche americana
Millonaria de luceros.
La más rica, la más bella
La altanera, la bizarra,
La que acompaña mejor
Las quejas de la guitarra.
¡La que amó el manco glorioso
Y amó Mariano de Larra!
Lengua castellana mía,
Lengua de miel en el canto,
De viento recio en la ofensa,
De brisa suave en el llanto.
La de los gritos de guerra
Más osados y más grandes.
¡La que es cantar en España
Y vidalita en los Andes!
¡Lengua de toda mi raza,
Habla de plata y cristal,
Ardiente como una llama,
Viva cual un manantial!
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