Mi amigo Antonio Lamela me envía un largo memorándum para reivindicar el nombre de "español" que debemos dar a nuestra lengua común, mal llamada "castellano", según él. El ilustre arquitecto y humanista sostiene que el castellano no se habla desde el siglo XVI. La preferencia actual por la voz "castellano" no es más que "una perversa trampa impuesta por grupitos de políticos periféricos para beneficio propio, causando gravísimos daños a sus respectivas regiones y a la nación". Don Antonio defiende que realmente "el castellano es una lengua muerta al haber nacido el español como idioma nacional. En España nadie habla castellano sino español".
Comprendo el argumento patriótico de don Antonio, realmente admirable. Pero me temo que las cosas son algo más complicadas. Cierto es que los nacionalistas utilizan "castellano" para no tener que decir "español", palabra vitanda para ellos. Pero estamos ante dos palabras que pueden ser intercambiables. Fuera de España no cabe duda: solo cabe hablar de "español", como lo hacen los hispanohablantes de todo el mundo. Ahora bien, dentro de España, para comparar el español con el catalán y sus variantes, el vascuence y el gallego, es lícito referirse al castellano. Según la Constitución esa es la lengua española oficial del Estado. Yo habría preferido que no hubiera lengua oficial en España, como no la hubo hasta 1931 y nunca la hubo en la época virreinal. Hemos de reconocer que el castellano es la única lengua que hablan normalmente los españoles, la que sirve para entenderse entre ellos. Así pues, más que oficial del Estado, es la natural de la nación española.
Como es sabido, el español fue el primer idioma moderno que logró estampar una gramática. Fue en el año 1492. El autor: Antonio de Lebrija (o Nebrija). El título: "Gramática que nuevamente hizo el maestro Antonio de Lebrija sobre la lengua castellana". Como era costumbre de los humanistas de la época, se cambio su nombre de pila por el de Elio Antonio. Fue catedrático en Salamanca y en Alcalá de Henares.
En 1611 Sebastián de Covarrubias publica su célebre "Tesoro de la lengua castellana o española". En el prólogo se refiere a la "lengua castellana". Ese libro ha sido la base de todos los diccionarios y etimologías del español que se han publicado después. Por lo menos queda claro que el castellano no era una lengua muerta al tiempo que se escribiera el Quijote. Tampoco lo es ahora, pues, bajo la forma de español, es el idioma natural de 400 millones de habitantes. Más, después del inglés, es el idioma que más se aprende en el mundo.
En 1726 se publica el primer diccionario de la Real Academia Española. Es conocido como Diccionario de Autoridades. Su título es: "Diccionario de la lengua castellana". Los últimos diccionarios de la Real Academia Española adoptan ya el título de "lengua española".
Resumo mi posición. La dicotomía castellano-español no es tal o por lo menos no debe tomarse como un enfrentamiento. Una palabra no excluye la otra. Los que no tenemos empacho en pronunciar las voces España o español recurrimos cuando conviene a decir "lengua castellana" cuando la comparamos con las otras habladas por algunos españoles de forma natural. Aun así, repudio el uso de "castellano" para no tener que decir "español". Entiendo que ni el castellano ni el español son lenguas "propias" de un territorio. Las lenguas propias o naturales lo son de sus hablantes. Por ejemplo, en Cataluña el castellano es la lengua natural de la mitad (más o menos) de la población de esa región, así como el catalán lo es de la otra mitad. En los países hispanoamericanos se hablan muchas lenguas, pero el español es la única que se puede decir natural o común de los hablantes de todos esos países. Por lo mismo, el español es la lengua natural de unos 40 millones de habitantes de los Estados Unidos de América.
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