Aunque en ocasiones no lo parezca, todos hemos ido a la escuela y nuestros profesores nos han enseñado cuáles son las principales reglas gramaticales del idioma castellano. Por gramática entendemos la organización de las palabras dentro de una oración, y sus reglas y principios. Parece muy sencillo cumplirlas, pero diversos factores provocan que en muchas ocasiones hagamos caso omiso de ellas. Uno de ellos es el uso del castellano en cada zona de España, que hace que lo incorrecto esté ampliamente extendido. Es el caso, por ejemplo, del leísmo castellano. Otro factor es la urgencia de la expresión: cuando hablamos en voz alta, resulta difícil vigilar las concordancias de género y número y es habitual que incurramos en leves, aunque comprensibles, errores.
Junto a la Ortografía y el Diccionario, la Gramática es uno de los tres libros más importantes de los publicados por la Real Academia de la Lengua Española. La edición de 2009, que fue la primera editada por la academia desde 1931, fue responsabilidad del lingüista Ignacio Bosque Muñoz, catedrático de Filología Hispánica de la Universidad Complutense de Madrid, y se trata de la obra de referencia sobre este tema. Para septiembre de este año está prevista una nueva edición. Pero, ¿cuáles son los errores que se cometen más a menudo? Todos podemos encontrar la solución en nuestros libros de texto, pero seguramente estos estén cogiendo polvo en algún lugar oculto de nuestro hogar…
“Cuatro de cada cien lleva una mala alimentación”: errores de concordancia. Uno de los más habituales en el lenguaje hablado, ya que al pensar sobre la marcha tendemos a centrarnos más en el contenido que en la forma de lo que decimos. Debemos tener cuidado con expresiones como “la mayoría de personas”, ya que el verbo ha de concordar con el sujeto, que es “la mayoría”, y no con “las personas”, aunque la RAE ya no considere incorrecto concordar con este complemento. La utilización de pronombres puede confundirnos fácilmente (como ocurre con el caso de “les tengo envidia a estas personas”, que ha de ir en plural) o cuando un adjetivo ha de concordar con el complemento directo (“pinta azules esas palabras” en lugar de “pinta azul esa palabra”).
“Si querría hacerlo…”: utilización incorrecta del subjuntivo. El empleo de este modo verbal constituye una de las mayores dificultades que hemos de afrontar en nuestro habla, ya que requiere un esfuerzo mental mucho mayor por lo alambicadas que resultan las construcciones en las que aparece el subjuntivo, que por lo general suele indicar posibilidad, incertidumbre o subjetividad. En muchas ocasiones, lo que ocurre es que se utiliza el modo indicativo cuando debería emplearse el subjuntivo. Es el caso, por ejemplo, de “estaría bien que vengas” o “hubiese preferido que estás”. Suele ocurrir a menudo también en la utilización de condicionales, como es el caso de “si yo tendría más tiempo…”, incorrecto.
“Bajo ningún punto de vista”: utilización incorrecta de preposiciones. Cualquiera que haya estudiado con un poco de profundidad el idioma inglés sabrá que los llamados “phrasal verbs”, con sus matices obtenidos gracias a las diferentes preposiciones, resultan altamente complicados para el no angloparlante. En español no es exactamente igual de difícil, pero aun así, tenemos dificultades para diferenciar cuál es la preposición exacta que se debe emplear con cada verbo. Es lo que ocurre, por ejemplo, con los galicismos “a tomar”, “a decidir”, etc., que se deben expresar con una oración subordinada (por ejemplo, “es una decisión que se debe tomar” es correcto y “es una decisión a tomar”, incorrecto), o expresiones mal utilizas como “quedar de venir”, “bajo ningún punto de vista” (se debe decir “desde ningún punto de vista”), “cerca a” o “en consecuencia a” (las correctas son “cerca de”, o “como consecuencia de”).
“No pienses de que te vas a salir con la tuya”: dequeísmo. Una de las variantes del punto anterior, que nos lleva a utilizar expresiones como “me dijo de que tenía razón” o como “resulta de que había venido muy pronto”. Ojo, porque esta regla es un arma de doble filo. Hay que tener cuidado con no pasarse con la corrección y comenzar a utilizar de manera incorrecta expresiones como “me olvidé comprar” (que debería ser “me olvidé de comprar”) o no utilizar nunca “de que”, incluso cuando está bien (como es el caso de los verbos “acordarse”, “presumir”, “estar seguro”, etc.).
“Le quiero mucho”. Laísmo, leísmo y loísmo. El triángulo de las Bermudas de la meseta castellana. El menos habitual de los tres es el loísmo, que consiste en sustituir el pronombre “le” (objeto indirecto) por “lo” (objeto directo). Un ejemplo de esta mala utilización sería decir “lo voy a dar un beso”. El laísmo consiste en utilizar “la” como complemento indirecto cuando la única palabra que puede cumplir esa función es “le”. Por ejemplo, la oración “la voy a dar un beso”, que aunque se refiera al género femenino, debe emplear “le”. El más habitual en esta triada es el leísmo, la sustitución del complemento directo “lo” por el “le” que debería utilizarse únicamente para complementos indirectos. Por ejemplo: “le quiero mucho”. Aunque se considera un vulgarismo, la RAE considera aceptable el leísmo.
“Ayer vinistes pronto”. Añadir “s” en la segunda persona del pretérito imperfecto de singular. “Tú comistes”, “tú pensastes”, “tú vinistes”. Todas estas expresiones son absolutamente incorrectas, y no deben emplearse jamás.
“Hubo un incendio, muriendo tres personas”: gerundio de posterioridad. Uno de los más empleados en la prensa, ya que muchos no son conscientes de que este empleo de la expresión es incorrecto. Consiste en utilizar el gerundio para expresar una acción que ocurre detrás de otra, como es el caso de “se cayó por las escaleras rompiéndose una pierna”. Es incorrecto, ya que el gerundio sólo puede emplearse para expresar simultaneidad.
Una contratación de urgencia para que un estudiante de 3º de ESO pueda aprobar el examen final de sintaxis me ha recordado que tenía pendiente realizar una entrada sobre el queísmo y el dequeísmo.
¿Qué tiene que ver?
Como mínimo, bastante. El conocimiento de la sintaxis de la lengua española puede ayudar a combatir el queísmo, el dequeísmo y el quesuismo (fenómeno que no se trata en este artículo).
Mientras realizaba esa aseveración (más propia del campo de la medicina o de un anuncio de alguna industria farmacéutica), la persona a la que le daba clase me miraba atónito cuando añadía: «Claro, esta es una oración subordinada sustantiva de complemento de régimen, porque el verbo lleva preposición. Obligatoria.»
El ejemplo era: Me acuerdo de que compré ese coche.
Aburrido, pero necesario si se quiere evitar uno de los anacolutos más extendidos de la lengua española…
Es cierto que sobre este asunto se han escrito chorros de tinta, pero no siempre se proponen soluciones. ¿Quizás porque se piensa que la gente no quiere solucionarlo/no tiene esa inquietud? Para aquellos que sí la tengan, los invito a que lean la entrada completa. Intentaré aportar mi visión sobre los motivos de su aparición y soluciones.
Antes de entrar en materia, me gustaría dejar claro que no me creo «más que nadie» por hacer esta entrada; simplemente propongo algunos trucos para que todos intentemos hablar y escribir mejor.
Por eso, sería conveniente repasar las oraciones subordinadas sustantivas (OSS) de complemento de régimen. Como destaca la Real Academia Española (RAE), en sus artículos relacionados con esto (ver bibliografía al final de esta entrada), estas subordinadas suelen ser las más problemáticas. La inconsecuencia se genera mediante diferentes actos incorrectos de habla: queísmo, dequeísmo y quesuismo.
En primer lugar, se tratará el queísmo:
Queísmo:
Se incurre en él al eliminarse una preposición, sobre todo de, que debería preceder a la conjunción que. Esta conjunción introduce las OSS. La preposición de u otras preposiciones deben escribirse o pronunciarse, porque la construcción de la expresión así lo obliga.
Algunas oraciones subordinadas sustantivas de complemento de régimen:
EXPRESIÓN INCORRECTA
EXPRESIÓN CORRECTA
Me acuerdo que te dije que sí.
Me acuerdo DE que te dije que sí.
Me alegro que vengas mañana.
Me alegro DE que vengas mañana.
Me fijé que te va bien la vida.
Me fijé EN que te va bien la vida.
Confío que se cumpla lo que dices.
Confío EN que se cumpla lo que dices.
Me arrepiento que haya salido así.
Me arrepiento DE que haya salido así.
Me he enterado que no te va muy bien.
Me he enterado DE que no te va muy bien.
Asegúrese que ha cerrado con llave.
Asegúrese DE que ha cerrado con llave.
SOLUCIONES:
Existe una solución muy fácil para evitar el queísmo en este caso:
La manida autopregunta: ¿Me acuerdo/alegro/fijé/arrepiento/entero ALGO o me acuerdo/alegro/fijé/arrepiento/entero DE/EN algo?
Si una oración suena mal y se reformula nuevamente en la cabeza con la ayuda de esta sencilla pregunta, el hablante se dará cuenta enseguida DE que la ha construido erróneamente.
En el siguiente ejemplo, se observa que los fansubs van muy rápido como para hacerse ese tipo de preguntas.
¿Quién no ha visto un aviso parecido en su portal? Los anuncios de las comunidades de vecinos suelen ser fuente de este tipo de errores gramaticales.
¿Qué desean? ¿Quieren que contratemos un seguro para la puerta, quieren que les mandemos un mensaje de texto en el que afirmemos que hemos cerrado la puerta?
No, el aviso tiene la intención DE que comprobemos o verifiquemos si la puerta se ha cerrado bien.
Como se verá más adelante, la ausencia de la preposición de es más defendible en este caso, pues su presencia junto al verbo pronominal asegurarse puede confundirse con otros sentidos del verbo asegurar.
OTRAS SOLUCIONES:
Conocer la sintaxis: ¿Esta era una oración subordinada sustantiva de complemento de régimen? Ah, entonces debe llevar DE/EN/CON (otras preposiciones), pues el verbo rige preposición.
Algunas oraciones subordinadas sustantivas de complemento del nombre:
EXPRESIÓN INCORRECTA
EXPRESIÓN CORRECTA
Me doy cuenta que hace frío.
Me doy cuenta DE que hace frío.
Tengo la sensación que va a tardar.
Tengo la sensación DE que va a tardar.
Tengo cuidado que vaya a salir mal.
Tengo cuidado DE que vaya a salir mal.
Lo haré con la condición que venga.
Lo haré con la condición DE que venga.
Tengo ganas que llueva.
Tengo ganas DE que llueva.
Es hora que vayas llegando.
Es hora DE que vayas llegando.
Me diste la palabra que vendrías.
Me diste la palabra DE que vendrías.
No tengo miedo que te pase nada.
No tengo miedo DE que te pase nada.
SOLUCIONES:
Existe una solución muy fácil para evitar el queísmo en este caso:
La manida autopregunta nuevamente.
Si una oración suena mal y se reformula nuevamente en la cabeza con la ayuda de esta sencilla pregunta, el hablante se dará cuenta enseguida DE que la ha construido erróneamente.
En esta imagen, extraída del blog El blog canalla, se observan dos queísmos en 15 palabras. Todo un logro.
A la hora de elegir el título de este libro, debieron haber prestado más atención.
OTRAS SOLUCIONES:
Conocer la sintaxis: ¿Esta era una oración subordinada sustantiva de complemento del nombre? Ah, entonces debe llevar DE/EN/CON (otras preposiciones).
Algunas oraciones subordinadas sustantivas de complemento del adjetivo:
EXPRESIÓN INCORRECTA
EXPRESIÓN CORRECTA
Estoy harto que me digas eso.
Estoy harto DE que me digas eso.
Estoy contento que vengas hoy.
Estoy contento DE que vengas hoy.
Estoy seguro que te llamas así.
Estoy seguro DE que te llamas así.
SOLUCIONES:
Existe una solución muy fácil para evitar el queísmo en este caso:
La manida autopregunta nuevamente.
Si una oración suena mal y se reformula nuevamente en la cabeza con la ayuda de esta sencilla pregunta, el hablante se dará cuenta enseguida DE que la ha construido erróneamente.
Otro fansub ha hecho de las suyas. Estoy seguro DE que un traductor profesional no cometería este tipo de errores (al menos, si esos subtítulos los revisase otro traductor o revisor profesional, las posibilidades se acercarían a cero).
OTRAS SOLUCIONES:
Conocer la sintaxis: ¿Esta era una oración subordinada sustantiva de complemento del adjetivo? Ah, entonces debe llevar DE/EN/CON (otras preposiciones).
Dequeísmo:
Se trata de la inclusión de una preposición, sobre todo de, delante de la conjunción que.
Parece que este uso inadecuado de la preposición está peor visto que el queísmo. ¿Por qué? Pues, imagino que se debe a que este error lo cometen los menos (supuestamente) versados. Pero ¿no es todavía peor que alguien a quien se le suponen conocimientos cometa un queísmo o un quesuismo? Bueno, no perdamos tiempo en entretenernos en buscar culpables o valoraciones de este tipo, atajemos el problema.
Pensar DEx que
Es fácil DEx que
Resulta DEx que
Me consta DEx que
He oído DEx que
Creo DEx que
Al igual que en el queísmo, el dequeísmo no solo se expresa en la lengua oral- donde obviamente se manifiesta de forma más recurrente- sino que también aparece en el lenguaje escrito (diría- otra estadística inventada- que el dequeísmo surge en la lengua escrita con menor asiduidad que el queísmo y, desde luego, que el quesuismo). La estadística inventada la fundamento en años de lectura. Encontrar un dequeísmo para esta entrada me ha costado más que con el queísmo.
En la imagen, se observa un dequeísmo fundamentado, quizás, en que el verbo entender admite hasta 4 regímenes preposicionales distintos según sea el significado que se quiera utilizar de éste.
En este caso, se quiere significar que se entiende algo, es decir, que se comprende o se considera algo. Por eso, la inclusión de la preposición de es inadecuada. Se entiende QUE el hablante se líe con verbos como este, pues el resto de regímenes (3) sí llevan preposición: entender DE, entender EN o entenderse CON.
También se incurre en el dequeísmo por desconocimiento de la sintaxis de la lengua española. Si se conociesen bien las OSS de sujeto y las funciones del sujeto en las oraciones, se sabría que un sujeto nunca puede ir precedido de preposición. En este caso, la principal causa del empleo inapropiado puede ser la confusión con expresiones correctas muy similares como: Me alegro DE que o estoy seguro DE que. La función sintáctica es crucial para saber diferenciar sus usos.
Ejemplos:
EXPRESIÓN INCORRECTA
EXPRESIÓN CORRECTA
Me alegra de que digas eso de mí.
Me alegra QUE digas eso de mí.
Es seguro de que ya no llegas a tiempo.
Es seguro QUE ya no llegas a tiempo.
Muchos leerán estos ejemplos y pensarán que exagero. En el lenguaje escrito, el problema no es tan marcado. Por eso, al verlo escrito (y encima con la versión correcta al lado) puede chocar que tantas expresiones se utilicen incorrectamente. Sin embargo, esto es así. En el lenguaje oral, me podría inventar una estadística y acertaría casi con total seguridad. Hay un queísmo, dequeísmo o quesuismo cada segundo en el uso hablado del español (en España). Pones el oído aquí o allá y enseguida te das cuenta de que alguien ha omitido la preposición o se la ha añadido erróneamente.
A pesar de que no he tenido la oportunidad de realizar un estudio científico sobre ello, diría que el anacoluto (en la lengua oral) lo comete prácticamente la totalidad de la población. Por supuesto, ni siquiera los más versados en materia lingüística se salvan (yo, el primero de la lista). Periodistas, lingüistas, traductores, profesores de universidad de traducción que impartían lengua española. Por su extensión- diría que creciente en la sociedad- conviene insistir en el correcto empleo de las preposiciones. Aunque, lógicamente, tiene pinta de que el hablante acabará imponiéndose = cada uno hará lo que le da la gana.
Es cierto que la sintaxis, si se mira de soslayo, parece no tener ninguna importancia. Como esas derivadas o integrales de matemáticas (que no son tan denostadas como la sintaxis, me parece), su análisis suele ser una de las materias más odiadas por los estudiantes de ESO y Bachillerato (sistema educativo- que prácticamente no cambia nunca- de España).
¿Por qué conviene conocer la sintaxis de tu idioma [español]?
Ayuda a escribir mejor. Mejora el estilo de redacción y el orden de las palabras en las oraciones.
Mejora la expresión en la lengua oral.
Ayuda a entender otras lenguas [por ejemplo, los complementos directos e indirectos del alemán].
Ayuda a diferenciar oraciones subordinadas y funciones de las palabras en las frases y, por tanto, a distinguir entre es seguro que y estoy seguro de que.
Como se mencionó, conviene hacer especial hincapié en expresiones y verbos que admiten varias preposiciones. El caso del verbo entender no es único. Por eso, se muestran algunos verbos de múltiples regímenes preposicionales cuyo significado varía en función de la preposición o, incluso, de su ausencia:
- Economía lingüística. La lengua oral intenta- no siempre- ahorrar y buscar las expresiones más sencillas.
- Desconocimiento de la sintaxis española (el análisis sintáctico no sirve para nada… pues a incurrir en queísmo).
- Prestigio. Éste es uno de los factores más influyentes en la actualidad del español. No solo el prestigio que tienen otras lenguas, como el inglés. Por eso, nos invaden extranjerismos y calcos innecesarios. También se huye de lo que está marcado como erróneo por lo que se oye en clase de lengua, pero no se ha entendido del todo. En este caso, se intenta evitar el dequeísmo. El dequeísmo está estigmatizado como uno de los errores más vulgares de la lengua española. Por eso, el hablante puede creer que cualquier expresión con de que está mal utilizada. Este intento de corregir en exceso con el fin de evitar un error se lo denomina ultracorrección.
- Algunos verbos permiten el uso de la preposición o su supresión sin que se altere su significado. O con una alteración ínfima- a veces prácticamente imperceptible- de su significado. Esto sucede, por ejemplo con informar.
- En hablantes extranjeros: Aparte de las anteriores, el régimen preposicional de sus idiomas no exige esa preposición o ninguna.
Dequeísmo:
Me cuesta más intuir estas, aunque se exponen aquí algunas posibles causas:
- Prestigio. ¿Creen que el uso del DE tiene más prestigio?
Si sucediese esto, ocurriría algo bastante simpático. Los unos lo quitan porque creen que está mal [queísmo] y los otros lo añaden por ultracorrección, también, pero a la inversa [dequeísmo].
- Suele incurrirse en dequeísmo en verbos que se utilizan para la narración. Resulta DE que, pienso DE que, creo DE que… Al menos, en estos, podría influir las paradas que se suelen hacer cuando vas a contar algo. Me he percatado de que el hablante, que comete este anacoluto, realiza una pausa de 2-3 segundos entre el verbo y el DE que erróneo. No lo sé.
- Desconocimiento de la sintaxis española (el análisis sintáctico no sirve para nada… pues a incurrir en dequeísmo).
- Verbos con varios regímenes preposicionales según significado. Informar, entender, confiar, fijar, olvidar o dudar, entre otros.
Resumen de trucos y soluciones:
La manida autopregunta: ¿Me doy cuenta ALGO o me doy cuenta DE algo?
Por ejemplo, aquí, el lector del cartel debe tener esa mínima inquietud de preguntarse: «¿Antes que pase algo? O ¿antes DE que pase algo?»
En el lenguaje oral: Hay que fijarse en lo que se dice. Poner la oreja en lo que hablan los demás. «Ah, acaba de decir a pesar QUE» [conviene no llegar al punto obsesivo]. Si te vas a fijar en otro, conviene que sea alguien de la norma culta (alguien al que se le supongan unas buenas dotes lingüísticas) pues tendrá menos fallos (supuestamente) y hará que tu mente trabaje más para detectar algún queísmo o dequeísmo.
Detectarlos en la lectura.
No solo hay que buscar el uso inadecuado, sino que también conviene saber encontrar los usos correctos, como el de la foto.
LA SINTAXIS: ¿Esta era una oración subordinada sustantiva de complemento de régimen? Ah, entonces debe llevar DE, pues el verbo rige preposición.
NOTA: Esta entrada no ha pretendido ser una lista exhaustiva. Por supuesto, existen más casos en los que se pueden observar estos problemas preposicionales. Si tienen alguna duda, pueden contactar conmigo para preguntarme.
¿Tienes alguna foto o algún documento en el que hayas observado estos usos inapropiados? ¿Crees que existen otras causas u otras soluciones? ¡Comentémoslas!
Bibliografía:
Para más información, pueden consultar fuentes como estas:
Estoy en un pub (la Academia no la recoge; ¿estoy en una discoteca? ¿es exactamente lo mismo? Si no se expresa la misma realidad que con palabras españolas como bar o discoteca y se utiliza ya desde hace mucho ¿por qué no está en el diccionario? ¿Bala en la recámara para futuras ediciones?) y quiero beberme un güisqui(lo he visto escrito así en algún sitio, pero ahora no recuerdo dónde. Así escrito tiene más pinta de ser un ave exótica del Amazonas que un whisky). Al haber bebido, me ha entrado calor y quiero quitarme el jerse… de mi… bueno, de mi abrigo (como no sé cómo escribirlo, cambio de palabra y me ahorro el problema. Aunque no esté siendo tan exacto como debiera). Me he encontrado a una amiga dentro del club (¿Se entiende que se refiere a discoteca? Es que solo se utiliza como sinónimo de discoteca en las películas dobladas al español. Uno de tantos calcos y extranjerismos que entran por esa vía.) que llevaba un blazer (¿Será una chaqueta? Voy a buscar en el DRAE a ver qué nos cuenta. Y dice que es una chaqueta deportiva… Se ve que no están a la moda, pues uno de los hombres más ricos del mundo no está de acuerdo con los Académicos. Si no me creen, vean la foto…
e ibamuy trendy. ¡Menudo look! Pero WTF, la tía,cogió el smartphone y empezó a wahgua..gua…whas… a escribir mensajes por el Whatsap^p, vaya. O eso creía yo hasta que me lo enseña y veo que se ha descargado una nueva app. Con ella puede ver todo lo que sucede en el mundo del deporte al instante, así ve los updates. ¡Qué bizarro, pensé! (Vaya, el que faltaba. Si no había suficiente con los extranjerismos y los españolismos innecesarios. Tenía que aparecer el falso amigo. Bizarro no significa raro, de verdad que no.) Pues me contó que habían sancionado a Fernando Alonso con un pare y sigue…
(Pensé automáticamente que la app había hecho la traducción con Goog^le Transla^te, pues de ahí suelen salir las traducciones literales que no has oído nunca, a pesar de haber seguido ese deporte durante más de 10 años.) con lo que tuvo que pasar por losgarajes (¿El de la casa? Solo se utiliza garaje como sinónimo y muy de vez en cuando, pero bueno, habrá que aceptar aunque no exprese la realidad que sí se hace al decir box). Ya se hizo tarde y se tuvo que ir, así que nos despedimos. —Chao. —Chao. (Sí, hasta para despedirse… y diles que no se escribe así. ¿Según qué criterio?)
Toda esta historia, más propia de un monólogo de algún programa de comedia que de una entrada de blog, puede parecer una hipérbole de tamaño dantesco, pero ¿qué estamos haciendo con el idioma? ¿Va cada uno por su lado y escribe lo que quiere y de la forma que quiere? Si soy traductor, periodista o escribo en cualquier otro sitio, ¿cómo escribo pub? ¿Cómo puedo defender que prefiero escribir whisky (y en redonda que la bebida ya lleva años, ya)? ¿Se puede incluir o desestimar una palabra de acuerdo a un solo criterio?
Sé que es difícil, muy complicado, aunar criterios e intentar acoplar todo el léxico (y su ortografía) debido a la velocidad con la que éste avanza, entre otros motivos. Pero la incoherencia de la inclusión de algunos extranjerismos y la incongruencia de intentar españolizar algunos vocablos hace que ya no se tenga muy claro qué y cómo escribirlo (al menos, si nos queremos fundamentar en alguna norma o recomendación) con lo que los profesores de español van a tener que ser tan creativos en sus clases como Sheldon Cooper…
Algunas entradas de neologismos o extranjerismos han sido triunfales, otras de cabeza, otras meros «planchazos» en la piscina del idioma. Algunas han entrado y han besado el santo, es decir, se han quedado escritas en inglés y se han adaptado enseguida al idioma español. Otros vocablos se tienen como ovejas negras, pobres, que, incluso en contra de la aceptación social, se mantienen marginadas por académicos u otros eruditos de la lengua. Esto es, la mayor parte de hablantes del español usan el término en inglés (pub, por ejemplo) desde hace años (desde su incursión en el idioma), la palabra está asentada en la sociedad, pero por unas razones u otras se sigue aconsejado su escritura en cursiva o se inventan «españolismos» que nadie utiliza para que se empleen en lugar de ese término extranjero.
Para que se pueda comprender el objetivo de esta entrada, convendría realizar algunas aclaraciones.
En primer lugar, hay que diferenciar algunos tecnicismos del lenguaje que guardan relación con esto:
Los llamados extranjerismos (o calcos o anglicismos) innecesarios:
Aquellos giros, voces o frases que provienen de una lengua extranjera (al español) y se utilizan en lugar de los vocablos que ya existían para expresar una misma realidad.
Ejemplos:
show – espectáculo
performance – actuación
Creo que muchos estarán de acuerdo con que estos son una lacra de los textos que se leen (oyen o escuchan) cada día y deben fulminarse por completo. Son innecesarios porque en español ya existe un vocablo que indica exactamente la misma realidad que el término de la lengua extranjera.
Ejemplo «de la calle»: Mi amigo me montó un show el otro día que se enteró todo el barrio. [Queísmo incluido, probablemente].
Sí, eso es montar un espectáculo en plena calle. Lo que también se llama montar un show.
¿No se puede expresar la misma idea si se utiliza «espectáculo»? Por supuesto, pero parece que un show—mucho más todavía si se trata de un chou— conlleva más escándalo, más ridículo, más pelea. Es más, diría que el hablante concibe espectáculo como algo bueno y show como algo malo. Ejemplo en textos (supuestamente) cultos: Devadip Rivero va a presentar un nuevo show televisivo en el que se tratarán asuntos lingüísticos.
Por supuesto, se trata de un espectáculo «de toda la vida», pero el inglés es así. Le das la mano y te coge todo el brazo (porque nos dejamos). Se presenta en el salón de tu casa sin avisar.
Existen listas infinitas de extranjerismos innecesarios por lo que la entrada sería infinita también si se analizasen todos. En este enlace (link = extranjerismo innecesario), un artículo de «El Tiempo» propone cómo se deben escribir los extranjerismos (algunas grafías son dignas de ver): http://www.fundeu.es/noticia/aprenda-a-escribir-correctamente-los-extranjerismos-7227/
Los neologismos:
Vocablos que surgen en un idioma distinto al de su procedencia real o la inclusión de un significado que no existía anteriormente. A diferencia de los extranjerismos innecesarios, estos se introducen en la lengua por necesidad. Las nuevas modas y, sobre todo, los nuevos inventos suscitan unas necesidades léxicas que se cubren con neologismos. Por ejemplo, bonobús, servorreductor, tsunami, nini, copago, etc. Estos se escriben en redonda y están totalmente aceptados por los diccionarios y por la sociedad (supuestamente, pues estas premisas no siempre se cumplen).
En parte de la bibliografía, usan neologismo y extranjerismo indistintamente, pero sí parece haber consenso en que la principal diferencia radica en la necesidad (neologismo) o el vicio del empleo de vocablos ajenos en vez del término español (extranjerismo).
El prestigio lingüístico:
Si se resume su definición al asunto que compete a esta entrada de blog, quedaría algo así como: Utilización del hablante de un término de una lengua extranjera porque cree que este vocablo tiene más valor entre la sociedad que la palabra de la lengua propia. Si se quiere saber más acerca de este interesante fenómeno lingüístico, se recomienda la lectura de los artículos al respecto de Carmen Silva Corvalán.
En segundo lugar, habría que destacar que no se pretende realizar una crítica desarbolada y sin fundamentos. Es decir, no se trata de una entrada de blog que intenta ser antisistema. Al contrario, la mayor parte de las recomendaciones o de las normas ortográficas y gramaticales que proponen las fuentes que se citan aquí son indiscutibles. Pero sí se debería unificar criterios a la hora de proponer y normativizar, pues en caso contrario se lía al usuario del idioma y se puede crear un caos lingüístico. Ese caos conllevaría mala (¿todavía puede ser peor?) ortografía y quebraderos de cabeza evitables a los que trabajamos con la lengua (sin dobles sentidos).
Finalmente, debe quedar claro que la regulación del léxico no es nada fácil. No hace falta entrar en estadísticas aburridas, pues por todos es sabido que el idioma evoluciona mucho más rápido que el ser humano (viendo lo visto, no es de extrañar: cualquier cosa evoluciona más rápido y de mejor forma). Es decir, no se va a confeccionar un diccionario cada vez que entre una palabra. Imagino que para incluir un vocablo habrá que ver cómo evoluciona y si se asienta en la lengua o si solamente es fruto del momento. También puede ocurrir que se utilice solamente en una zona (guagua). En definitiva, un sinfín de aspectos que se deben tener en cuenta a la hora de tratar con el léxico, con su aceptación y con su ortografía, entre otros factores.
Seguidamente, se analizan algunos neologismos o extranjerismos tanto por su inclusión en el léxico del español, a veces forzada, o por su españolización también forzada, en ocasiones.
EN EL DEPORTE:
¿Alguien escribe o dice «rali» en lugar de« rally»? Fundéu la recomienda, la RAE ni la recoge… ¿No se utiliza rally hace ya suficientes años como para dejar de escribirla en cursiva? ¿Había otra realidad en español que designara a este deporte anteriormente? Si no la hay o había, ¿no se supone que es necesaria y, por eso, debería adaptarse y punto? Aseveraría que se trata de un españolismo innecesario o forzado.
¿De verdad recomiendan estos usos en relación con la F1?
Sí, muchos se utilizan en español y sabemos a lo que se refiere. Estoy de acuerdo. Las palabras ya existían en español y si al expresarnos en español se utilizan en inglés es por mero prestigio lingüístico. Por ejemplo, llamarle gap al espacio o a la distancia que hay entre dos coches o full wet a los neumáticos de lluvia, no tiene sentido. Ya hay expresiones en español que hacen referencia a esto, pero ¿hay alguien en España que diga «han penalizado a Felipe Massa con un pase y sigue»? De hecho, después de ver este deporte y seguirlo desde ni sé cuándo (años y años), es la primera vez que veo esa expresión traducida… Así que si se atiende al uso, se atiende al uso, pero no se pueden inventar formas de decir cosas en español ni se pueden forzar las situaciones.
Si en un artículo periodístico para el gran público se escribe “pase y sigue” el que va a pasar de leer y seguir con lo suyo será el lector, porque no va a entender a qué se refiere, en España, al menos.
Por supuesto, el extranjerismo no se reduce a las palabras técnicas. Como se ve, hasta la estructura de la frase es todo un anglicismo. Una traducción literal, en realidad…
Ser un crack. ¿Hay alguna palabra en español que abarque todo lo que engloba ser un crack? Depende del contexto, se podría defender que ser una estrella o ser muy bueno. Messi es un crack = Messi es muy bueno. Ahora bien, si se quiere expresar esta realidad, ¿se escribe crac o crack?
Un crack de la geografía:
Según la Fundéu, http://www.fundeu.es/recomendacion/crac-mejor-que-crack-104/ se recomienda la alternativa «crac». Una alternativa que no viene dada por el uso del hablante, sino, como dicen en ese artículo por «fruto de un acuerdo entre la Fundéu BBVA y la Secretaría de Estado de la Unión Europea». Entonces, insisto, ¿cuál es el criterio? El dominio del hablante y sus usos o la imposición de recomendaciones y alternativas. Todavía no he leído crac en ningún escrito de ningún sector.
EN INFORMÁTICA:
Empecemos, por así llamarlas, con las palabras viejas. Las que llegaron a nuestras bocas hace ya tantos años que casi ni nos acordamos. Al llevar varios años en contacto con la lengua española, ya están recogidas en el Diccionario de la Real Academia (DRAE).
Software y hardware
Primera pregunta conveniente, creo, ¿hay alguna palabra en español que abarque todas las características o todas las realidades que se expresa al decir «software»? Si la respuesta es no—respuesta que defiendo— ¿por qué no se aceptó sin más una vez que se observó su abundante utilización y, en consecuencia, su asentamiento? ¿Por qué no se escribió en su día «sofwer» o «sofgüer»? Ya puestos a liar al hablante ¿por qué no se lía con el mismo criterio?
Si buscas «hardware» en el DRAE, te remite a «equipo». Desde mis no muy altos conocimientos de informática, me pregunto: ¿un hardware es un equipo? ¿Un pendrive o lápiz es un equipo? ¿Estos no eran un dispositivo? Puede que esto parezca ser más papista que el Papa, pero ¿no es ser más papista que el Papa no aceptar simplemente que no hay o había ninguna realidad en el idioma español para referirse a software? ¿Para qué forzar? Además, ¿no se atiende al uso? ¿Quién dice «programa» en lugar de software? Sí, puede que algunos, pero ¿los suficientes como para seguir dejando software en cursiva? Software podría confundir o admitir varias opiniones, pero ¿hardware? No entiendo el motivo de su escritura en cursiva. Todavía menos cuando ya han pasado tantos años desde su irrupción en nuestro sistema lingüístico.
Cederrón y deuvedé
Las famosas palabras cederrón o deuvedé. Esto ¿lo han propuesto en serio? No conozco todas las variedades del español (ya me gustaría), por eso, desde aquí hago un llamamiento a todos aquellos que escriban cederrón o deuvedé, sobre todo, a aquellos traductores que se atrevan a entregar un texto de informática traducido al español con esas palabras. Si tu cliente de informática lee cederrón en lugar de CD-ROM, puede que ni sepa a qué te estás refiriendo. Ya digo, en España es impensable (o ¿ando yo mal?). ¿Cómo contribuyen aquí a que piense que hay disparidad de criterios?
1. En este caso sí adaptan la grafía, pero en software o hardware no. ¿Se supone que adaptan la grafía porque la gente escribe cederrón y deuvedé?
2. Las siglas no van en cursiva. Por eso, CD-ROM y DVD están en redonda en el DRAE.
3. Introducen cederrón en el diccionario, pero en su versión en línea te remite a CD-ROM. Es decir, la supuesta palabra española te remite a la grafía inglesa de origen.
En resumen, criterio completamente distinto al utilizado para software o hardware. ¿No se trata claramente de 4 palabras que entraron en el idioma español hace ya bastantes años y todo el mundo las llama con su nombre en inglés? Fuera cursiva y fuera crear grafías forzadas para tener una palabreja en español. Para fundamentar mi defensa de la escritura en redonda de software y hardware, se pueden observar otros ejemplos de palabras ya aceptadas y, por ende, escritas en redonda. «Chip» o «módem» (con su tilde bien puesta). En el DRAE también se ven otros líos como el de «byte» todavía en cursiva. ¿A qué van a esperar? Quizá sus discos duros no tengan 300 GB, sino gigaoctetos, que puede ser.
Gadget
¿Qué es un gadget? ¿Un dispositivo electrónico como proponen en este artículo?
Si parto de mis conocimientos básicos, creo que un gadget puede ser algo no electrónico. También puede no ser un dispositivo, palabra que parece copar la informática. No todo puede ser un dispositivo. Device, equipment, gadget, etc. Todos dispositivos, depende del contexto, claro. Desde el punto de vista del traductor, ¿qué haces si te salen todas esas en un mismo texto? Por eso, Manuel Seco y el diccionario de María Moliner—muy certeros ante este tipo de situaciones— sí incluyen esta palabra y sin adaptaciones. No hay término en español que lo defina. Hay que aceptarlo y afrontarlo y, por tanto, usar el vocablo inglés.
Esto puede ayudar a verlo más fácil: ¿El inspector dispositivos?
Online y E-MAIL:
Al menos, en los textos profesionales (traducciones, artículos periodísticos y divulgativos, por ejemplo), deberíamos escribir «en línea» y «correo electrónico» (incluso, si se quiere ahorrar, «correo», a secas. El contexto evitará cualquier anfibología posible). ¿Tan difícil es que esa página web aparentemente bien escrita no te meta un “E-Mail” en sus datos de contacto? Tu página no es peor si donde pone “E-Mail” pones «correo», de verdad que no.
Criterio: Ya hay palabras en español para referirse a la realidad que expresan las de otro idioma. Por eso, no se requiere la inclusión de esos extranjerismos.
Chat:
Con el vocablo chat tenemos precisamente el ejemplo del criterio que creo que debería seguirse.
Palabra extranjera, que no tiene traducción o equivalente y no existía con anterioridad en español, escrita en redonda.
Se acepta en el diccionario. ¿Por qué? Se atiende al uso.
Se acepta la grafía del idioma de origen (claro que, en este caso, tuvieron suerte, puesto que la pronunciación y la grafía son sencillas).
El colmo del buen hacer. Han aceptado su verbo, y sin cursiva. Chatear.
Otros términos que nos traen de cabeza: tablet/tableta, app/aplicación, smartphone/teléfono inteligente, webinario/seminario web o seminario en línea, etc.
¿Googlear? ¿Para ahorrar letras al decir buscar en Goo^gle? Pues podría ser un neologismo que se afiance en los próximos años. Ya se sabe, depende del criterio…
Puedo añadir muy poco ante este genial artículo de Ana Mendoza. Efectivamente, en este mundo (en el mundo en general, pero en el de la moda en particular) existe la creencia generalizada de que hay que plagar sus textos con anglicismos y galicismos. Totalmente innecesarios como se afana el artículo por destacar. Mero prestigio lingüístico. Innecesarios hasta tal punto que al incluir tantos extranjerismos en un solo texto se consigue el efecto contrario al deseado. Se pretende ser «lo más», se quiere exhibir que se está «a la moda»—se confunde la velocidad con el tocino, vaya—. Están tan a la moda que ni siquiera sus lectores—los que no sepan inglés o francés— entenderán qué es un lipstick, un blazer, la eau d’été, ser una it girl o ser cool mientras vas trendy con tu nuevo look.
MUNDO LABORAL:
El mundo laboral tampoco ha podido huir de los extranjerismos. Pero ¿cuáles se han españolizado sin aparente sentido y qué extranjerismos innecesarios triunfan entre la gente?
Puedes trabajar en España y ser Key Account Manager—y además en mayúsculas que parece que queda todavía más pomposo. Da la sensación de que tu puesto es mejor si lo escribes en inglés. ¿Dónde estaban todas estas profesiones hace algunos años? Con la globalización muchas empresas se han expandido y con ellas sus puestos de trabajo. ¿Hasta dónde nos dejamos invadir idiomáticamente?
Si se busca “Key Account Manager” [entre estas comillas] en Google, lo primero que aparece es «¿Qué es un Key Account Manager?». Claro, esto ocurre cuando en lugar de llamarlo gestor de cuentas o gestor contable, que si no me equivoco podrían ser dos traducciones válidas, se traen términos de otro idioma por mero prestigio. Este «saco» incluirá, por ejemplo, a los CEO, Community Manager, CIO, SEO, etc. Extranjerismos innecesarios, pues ya existe una realidad en español para denominar a esas profesiones.
Sin embargo, como se podrá observar seguidamente, se intentan españolizar otras palabras del mundo laboral y se fracasa. A veces, más vale una retirada a tiempo, dicen…
¿Quién hace márquetin? ¿Y quién se dedica a la mercadotecnia? ¿No va siendo hora de aceptar que marketing se ha impuesto? Nadie quiere ser director de mercadotecnia, al menos, en España, no. Si alguien ha visto a algún trabajador de este sector que se autodenomine (en sus firmas de correos, por ejemplo), jefe de mercadotecnia o márquetin, que me avise, por favor. Debería aceptarse ya y escribirse en redonda. Palabra del inglés que debe aceptarse como se aceptó almohada del idioma árabe y su evolución gráfica con el paso del tiempo.
Es curiosa la evolución de este vocablo. Se introdujo del inglés marketing, la Academia propuso como alternativas márquetin y mercadotecnia y, ahora, márquetin está en el Diccionario Panhispánico de Dudas (que se puede consultar en la red), pero no aparece en el DRAE. Si buscas marketing en el DRAE, te remite a mercadotecnia. ¿Lío?
Seguramente me habré equivocado en alguno de los usos o alguna definición. ¿No parece normal con el lío que producen todos estos cambios o criterios distintos?
En resumen, defiendo el español. Por supuesto. Si ya existen palabras en el español que definan perfectamente la realidad que se ha querido expresar con el vocablo inglés es un extranjerismo innecesario. Ejemplos: show/espectáculo, performance/actuación, grip/agarre, E-Mail/correo. Las distintas instituciones y los diversos diccionarios hacen un gran esfuerzo para liberar al idioma español de las garras de estos intentos de colonización innecesaria y superflua. Chapeau, es decir, chapó, es decir, me quito el sombrero.
La segunda defensa: usar el sentido común. Cuando se utilice el sentido común para proponer alternativas—muchas de ellas, muy buenas, reitero— que sea el mismo sentido común que se empleó para el resto de palabras. Un criterio homogéneo. Esto no es sencillo, pero siempre se puede mejorar, ¿no? Un esfuerzo necesario para no liar al hablante y con ello conseguir que la lengua española sea más rica.
Tercera defensa: No hay que meter el español con calzador. Por ejemplo, gadget. Si no hay una sola palabra que se refiera exactamente a lo mismo y si ni siquiera utilizando 2 o 3 se consigue, pues se deja gadget. La sociedad evoluciona, se inventan cosas y se crean nuevos términos. Si se asientan en la sociedad, se introducen en el léxico del español, se escriben en redonda y se añaden a los diccionarios. Nada de creaciones forzadas.
Si se unifica el criterio de aceptación de palabras y de propuesta de grafías y se adecua éste a la realidad, el idioma español será más rico y el usuario se liará menos.
Si se tiene en cuenta que por motivos de longitud, no se han comentado todos los extranjerismos o españolismos innecesarios, ¿alguno que llame especialmente la atención? ¿Ante qué líos se han encontrado? ¡Comenten!